Como la lipoaspiración y el implante de silicona vinieron
para revolucionar la cirugía plástica habiéndose
consagrado, y hoy no se concibe pensar en prescindir de
estos procedimientos, el botox vino también para quedarse
como alternativa terapéutica imprescindible.
El medicamento es una toxina botulínica. Se puede utilizar
con ese fin toda vez que se pretende inmovilizar un
músculo con fines terapéuticos.
El resultado consta de dos beneficios, uno directo producido por la acción del medicamento, impidiendo la acción muscular compulsivamente; y el otro (muy importante) es la pérdida del hábito de hacer determinado movimiento vicioso, cuando ya el efecto del medicamento desapareció. A veces con solo una aplicación no se consigue eliminarlo totalmente, y entonces es necesario repetirlo. Puede ser reiterado tantas veces como sea necesario.
Las arrugas frontales, hasta hace poco tiempo, eran tratadas a
través de un lifting frontal con una incisión que se
denominaba coronal (de oreja a oreja a 10 centímetros atrás
del implante piloso) y se traccionaba el cuero cabelludo.
A veces cuando era necesario se retiraba el músculo frontal
para eliminar los movimientos frontales; como consecuencia de
este procedimiento a veces se formaba una impronta en el lugar
donde se retiraba el músculo. Todo esto pasó rápidamente a la
historia.
El efecto es totalmente reversible, pasada la duración de su
mecanismo de acción la musculatura recupera integralmente su
capacidad de retracción, perdiendo tan solo la actitud viciosa
de accionarlos, independientemente de la voluntad.
Inicialmente fue utilizado por los neurólogos y oftalmólogos
con fines reparadores de patologías neurológicas.
Posteriormente el uso del botox fue expandiéndose, en el área
de la estética.
No se debe fraccionar el tratamiento, o sea no se puede tratar
la frente y después de 15 días tratar las arrugas
periorbiculares, poque estaríamos creando anticuerpos que
perjudicarían la intensidad de efectividad en aplicaciones
posteriores.
El resultado consta de dos beneficios, uno directo producido
por la acción del medicamento, impidiendo la acción muscular
compulsivamente; y el otro (muy importante) es la pérdida del
hábito de hacer determinado movimiento vicioso, cuando ya el
efecto del medicamento desapareció. A veces con solo una
aplicación no se consigue eliminarlo totalmente, y entonces es
necesario repetirlo. Puede ser reiterado tantas veces como sea
necesario.
Los resultados se evidencian a partir del tercer día hasta el séptimo día de la aplicación, y se perpetúan por un período aproximado que varía de seis a ocho meses, siendo condicionados por la dosis colocada, la técnica (debe ser colocado integralmente dentro del músculo) y la capacidad de metabolización del medicamento.